viernes, 25 de abril de 2014

La ceguera que produce el mal.


Si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo”, Peter Brueghel, el viejo. 1568.

El mal siempre tiene por consecuencia enceguecer. Un acto culpable coloca delante de la razón un velo que le oculta el bien. Sucede que el alma, enseguecida primero voluntariamente, termina por ya no tener conocimiento del bien. La luz de la verdad, que reprende al hombre por sus faltas, más disminuye cuanto menos se la escucha: y cuando es rechazada de los actos, huye del espíritu.La ceguera va acompañada del orgullo. El orgullo se origina inevitablemente en la ignorancia de la verdad. Y entre los hombres carnales el orgullo va lejos. “¿Quién es el Todopoderoso para que nosotros le sirvamos?” Dicen en el libro de Job. Volcada el alma miserablemente a lo exterior, ya no puede entrar más en sí misma ni concebir al Dios invisible.


Padre Emmanuel, “El cristiano del día y el cristiano del Evangelio”, Ed. ICTION, 1980.